Los números hablan por si solos

Los números hablan por si solos

Marca la "X" en la casilla de la la iglesia en tu Declaración de la Renta.

CON LA ‘X’ EN LA CASILLA DE LA IGLESIA CATÓLICA
EN TU DECLARACIÓN DE LA RENTA COLABORARÁS EN...

Estamos en tiempo de hacer la Declaración de la renta y es época de recordar que si se marca la “X” en la casilla de la Iglesia Católica estarás colaborando en hacer el bien. Los números hablan por si solos.

La Iglesia trabaja a diario en atención diaria a miles de personas (empobrecidas por la crisis) en los comedores de organismos eclesiales: parroquias, Cáritas, centros de acogida.
Más de 200 centros hospitalarios, ambulatorios y dispensarios.
876 casas para ancianos, enfermos crónicos, inválidos y minusválidos.
Cerca de 900 orfanatos y centros para la tutela de la infancia.
Más de 300 guarderías.
365 centros especiales de educación o reeducación social.
144 centros de caridad y sociales y 300 consultorios y centros para la defensa de la vida y la familia.
147 países donde están cerca de 18.000 sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares en misiones.

La Iglesia tiene también una atención religiosa a 315.000 niños que reciben el Bautismo cada año.
Más de 120.000 parejas que se han casado por la Iglesia en este año.
10 millones de católicos que asisten a Misa cada domingo.
Cientos de miles de voluntarios que colaboran en acciones pastorales y/o son miembros activos de Asociaciones y Cofradías.

La Iglesia atiende también a cerca de 1.400.000 niños que asisten a centros educativos de la Iglesia.
Más de 200.000 inmigrantes en distintos Servicios y Centros.
Los privados de libertad de 77 cárceles españolas.
Más de 50.000 niños y jóvenes de educación especial.
Más de 25.000 huérfanos.
Más de 57.000 ancianos.

Una Historia Real:
Isabel Muñoz, misionera de la Fraternidad Misionera Verbum Dei

Entró en el Noviciado con 19 años y se especializó en Teología Oriental. Vivió en Rusia 7 años y va y viene siempre que puede. En aquellos años de estudio y de afianzamiento de la vocación, surgió en ella una llamada interior a entregar su vida a Dios y por el Evangelio en aquellos lugares y sitios que aún no conocían a Jesucristo, surgió en ella la vocación misionera. Su congregación la envío a Rusia porque era allí donde más urgía la presencia de la Iglesia: “Me ofrecí para ir a Moscú porque es un destino difícil por las condiciones que supone: el clima, el idioma, la situación social…

Cuando llegó acababa de caer el muro de Berlín. “Lo que más me impresionó fue que las personas tenían cubiertas sus necesidades básicas pero había una increíble sed de Dios. La gente acudía en masa a las iglesias y se leían el Evangelio en busca de respuestas”. "Un joven me decía: 'Yo no creo en Dios, pero si creyera sería el hombre más feliz del mundo porque sabría que hay ALGUIEN que se preocupa por mí, al que le importa mi vida'. Se nota que la gente tiene sed de Dios".

Su trabajo estaba centrado, sobre todo, en formar a otras personas para que también ellas pudieran ser testigos del Evangelio de Jesucristo. En aquellos momentos, la búsqueda de respuestas era muy grande. Sus encuentros en la mayoría de los casos eran ecuménicos, especialmente, con ortodoxos y protestantes.

Actualmente está en Madrid y la mayoría de las actividades que desempeña están relacionadas con los jóvenes a los que transmite su alegría, sus ganas de vivir y su fe.

Dirigió una convivencia (con otra misionera) a los jóvenes de los grupos de Confirmación de la Parroquia de San José y un retiro a los adultos.